martes, 3 de septiembre de 2013

Hermosa Tragedia

Hay veces en la vida en que quieres mucho a alguien, realmente aprecias a esa persona, quieres lo mejor para ella, buscas ayudarle, buscas su felicidad. Pero sobre todo buscas su cariño, su correspondencia. No pides mucho, sólo un "Hola, ¿Cómo estás?", algún detalle en el cual se encuentre un "me importas" de forma tácita.
Así es, al final somos egoístas; buscamos algo de los demás. Es culpa de la ilusión de individualidad, de "separatidad". Pero se desea una reciprocidad, "yo te doy y tú me das". Cuando se trata de emociones, es en la forma más pura posible.

Lo peor es cuando, por alguna razón se prometieron algo, te involucraste emocionalmente y la otra persona se olvida de eso, quizás ni siquiera juegue con tus sentimientos -al menos no de forma consciente-, tan sólo sea indiferente. Es entonces cuando te preguntas qué hiciste mal o qué es lo que tiene esa persona, qué le provoca ser así contigo -y pareciera que sólo fuese así contigo- sólo quieres ayudarla y ayudarte a tí mismo. Todo iba bien y en cuestión de poco tiempo, toda esa "confianza" se ha perdido.

Esta persona te duele. Te hace sentir tan mal, pero al menos te hace sentir algo.
La quieres y esto duele. Te lastimas. Vives de algún tipo de esperanza; quieres recobrar ese sentido que te ha dado. El hecho de que te importe es una promesa para contigo mismo, seguirás buscando su cariño. Seguirás buscando a esa persona.
Ese "amor" que sientes por ella es suficiente. Pero no lo es. Es horriblemente doloroso. Es una contradicción, es una "hermosa tragedia".
Una persona puede significar esto para tí. Alguien que te duele tanto que es hermoso, algo que no puedes evitar, ese sentimiento. Aceptas el hecho de que te afecte, claro que siempre buscas cambiar esto.

En cualquier momento encuentras esto (una "hermosa tragedia").
Esta vez fue mi turno, y que mejor forma de soportarla he encontrado.


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